La salud debe ser el pilar de la economía productiva

OPINIÓN

Por Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus/Director General de la OMS

Seguimos recibiendo noticias esperanzadoras acerca de las vacunas contra la COVID-19, lo cual nos permite ser moderadamente optimistas acerca de la posibilidad de disponer de nuevas herramientas en los meses venideros.

Sin embargo, no podemos ocultar nuestra preocupación por el incremento de los casos en algunos países.

Los profesionales sanitarios y los sistemas de salud están llegando a una situación límite, sobre todo en Europa y las Américas.

La OMS ha publicado orientaciones y materiales para contribuir a aumentar la capacidad del personal sanitario y de la salud pública y para contar con más recursos e instalaciones de atención a los enfermos de COVID-19.

La Organización mantiene actualmente 150 equipos médicos de emergencia que asisten a los países en la planificación y la aplicación de sus medidas de emergencia.

La OMS y sus asociados trabajan con los gobiernos y los dirigentes de las autoridades sanitarias para que se atienda a los profesionales sanitarios enfermos.

Para que se disponga de suficientes camas para los pacientes de COVID-19 y para que se sigan prestando sin riesgos los servicios sanitarios esenciales.

Para que haya suficientes mascarillas, guantes y otros utensilios protectores.

Para que los gobiernos tengan acceso a suficientes pruebas diagnósticas, tratamientos y suministros para satisfacer la demanda actual.

Y para que los sistemas de salud estén preparados para el momento en que se distribuyan vacunas eficaces e inocuas.

Los profesionales sanitarios que trabajan en primera línea llevan meses trabajando intensamente y están exhaustos.

Debemos hacer todo lo posible para protegerles, sobre todo en este momento en que los contagios aumentan y los pacientes llenan las camas de los hospitales.

Algunos gobiernos han tenido que imponer restricciones al funcionamiento social y disponemos de poco tiempo para reforzar sistemas que son básicos.

Hemos comprobado que los países que han invertido en la detección de casos, la atención y el aislamiento, la investigación de los conglomerados de casos, la realización correcta de pruebas que proporcionen resultados con rapidez, el rastreo de contactos y la asistencia para mantener la cuarentena están sufriendo perturbaciones mucho menores.

La investigación de los conglomerados de casos y el rastreo de contactos son un elemento fundamental para que los servicios de salud pública obtengan buenos resultados.

Estas medidas impiden que los casos aislados se transformen en conglomerados y que estos desencadenen la transmisión en la comunidad.

Durante los recientes brotes de ebola, La República Democrática del Congo y la OMS han invertido en personal y han formado a un número considerable de personas para rastrear a los contactos, en estrecha colaboración con las comunidades y los dirigentes locales.

De acuerdo con nuestras previsiones, en un par de días se podrá poner fin al brote más reciente de ebola, en parte gracias a las medidas activas de búsqueda de casos y rastreo de contactos.

En la situación actual en que los países están adoptando medidas extremas para invertir la tendencia al aumento rápido del número de casos de COVID-19, debemos invertir en los sistemas que evitarán que se produzcan nuevas oleadas de contagios del virus causante.

Necesitamos invertir para formar al personal de salud pública y para protegerlo, de manera que se disponga de suficientes rastreadores de contactos, se pueda aislar a los profesionales enfermos del resto del personal, se busque y se atienda a los contactos y ello se notifique adecuadamente.

Además, en los lugares donde empiece a reducirse el número de casos es preciso mantener la inversión para no estar desprevenidos.

Este virus es peligroso y puede atacar a todos los sistemas y aparatos de nuestro organismo.

Los países que permiten que se propague sin control están jugando con fuego.

En primer lugar, habrá más muertes y sufrimiento innecesarios.

En segundo lugar, tal y como explicamos en una conferencia de prensa hace un par de semanas, la infección causa efectos prolongados a muchas personas.

En tercer lugar, los profesionales de la salud están particularmente expuestos a una presión psicológica extrema y son demasiados los países cuyos sistemas de salud están enormemente sobrecargados por el número de casos que deben atender.

Todos sabemos que los profesionales de la salud escogieron su profesión para salvar vidas.

Por eso debemos evitar que se encuentren en la disyuntiva de tener que elegir a quién atienden y a quién no.

Debemos hacer todo lo posible para prestar apoyo a los profesionales de la salud, mantener abiertas las escuelas, proteger a las personas más vulnerables y salvaguardar la economía.

Desde pedir ayuda a estudiantes, voluntarios e incluso militares de reserva para contribuir a la respuesta sanitaria durante esta crisis hasta poner en marcha medidas estrictas que permitan aliviar la presión del sistema de salud.

No tenemos excusa para no actuar. Quiero transmitirles un mensaje muy claro: actúen ahora, con rapidez y determinación.

No utilizar todas las herramientas disponibles es mantener una pasividad frente al virus que producirá más muertes, más sufrimiento y más perturbación en las economías y los medios de subsistencia de las personas.

No se trata de escoger entre la salud y el empleo. La forma más rápida de reabrir nuestras economías es vencer al virus.

La pasada semana, dirigentes de todo el mundo se reunieron en la Asamblea Mundial de la Salud y en el Foro de París sobre la Paz.

Uno de los temas principales de ambos eventos fue el Acelerador ACT y la necesidad de garantizar un acceso equitativo a nuevas pruebas rápidas, tratamientos y vacunas contra la COVID-19.

La Comisión Europea, España, Francia, la República de Corea y la Fundación Bill y Melinda Gates se han comprometido a donar US$ 360 millones al Mecanismo COVAX, el pilar de las vacunas del Acelerador ACT.

Con estas nuevas contribuciones, la cantidad total que se pondrá a disposición asciende a US$ 5100 millones.

A pesar de que se trata de una suma considerable, se necesitan urgentemente US$ 4200 millones más y otros US$ 23 900 millones en 2021 para distribuir con rapidez y a escala mundial las nuevas herramientas que nos permitan salvar vidas, estabilizar los sistemas de salud e impulsar una verdadera recuperación en todo el mundo.

En un momento en que los países están inyectando miles de millones en sus economías, el Mecanismo COVAX es la mejor solución posible porque permitirá acelerar la recuperación y prescindir de esos incentivos.

El próximo fin de semana se reunirán los líderes del G-20.

En la reunión, tendrán la oportunidad de demostrar su compromiso político financiando el Acelerador ACT y el Mecanismo COVAX para que pongamos fin juntos y rápidamente a esta pandemia.

Debemos esforzarnos ahora para forjar el mundo que queremos.

Es hora de cambiar de estrategia.

Ha llegado el momento de dar un giro importante para que la salud deje de considerarse un gasto y se convierta en una inversión y en el pilar de una economía productiva, resiliente y estable. La salud es fundamental.

Para llevar esto a la práctica, la semana pasada puse en marcha el nuevo Consejo sobre la Economía de la Salud para Todos que, dirigido por la reconocida economista Mariana Mazzucato, tiene el objetivo de hacer de la cobertura sanitaria universal el centro de nuestra concepción de la creación de valor y del crecimiento económico.

Como ocurre con las desigualdades, los conflictos y la crisis causada por el cambio climático, la salud no se puede tratar por separado.

Necesitamos adoptar un nuevo enfoque para seguir avanzando juntos, cumplir las promesas que hicimos en el pasado y afrontar juntos estos temas que están interconectados.

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