OPINIÓN.
Por Waldo Fernández
Nuevo León enfrenta una crisis de movilidad que tiene a los ciudadanos molestos y preocupados. Lo sé porque desde antes de mi llegada al Congreso, pero más aún en el cargo, recibo quejas de las y los nuevoleoneses sobre nuestro transporte público.
Las quejas tienen en común el descontento de los ciudadanos que por un lado, ven un transporte sucio, viejo, inseguro, descuidado y caro. Los ciudadanos reportan que el transporte presenta fallas como: asientos dañados, vidrios rotos, graffitis o rayones, que las unidades expiden humo contaminante, que las puertas y timbres no funcionan bien, que las unidades tienen goteras y los aparatos validadores de tarjetas están dañadas. Por eso, el 35 por ciento de los nuevoleoneses no utiliza el transporte porque no lo considera cómodo.
Los ciudadanos también están molestos por la ineptitud y falta de voluntad política por parte de los gobernantes para resolver los problemas que éste presenta. Llevamos años con una inminente crisis de movilidad sin soluciones de fondo. Aunque cada sexenio se nos prometa que ahora sí se resolverá la crisis ¡las Líneas del Metro siguen fallando un día sí y otro también!
Por eso no sorprende que en la última encuesta de Cómo Vamos Nuevo León, más de la mitad de los y las nuevoleonesas se sientan inseguros en el transporte y que el 59 por ciento de los encuestados considera que la tarifa del transporte público no es la adecuada. No hay manera de justificar que Nuevo León tenga el segundo transporte más caro de México con las condiciones que presenta.
Entre las justificaciones de la tarifa, la falta de mayores subsidios para poblaciones vulnerables y la falta de involucramiento por parte del Estado, se dice que el transporte público en Nuevo León no es redituable.
Parece que quienes nos gobiernan y continúan gobernando no entienden que ningún transporte público en el mundo lo es, pues como en otros servicios, la movilidad de un Estado o ciudad no es parte de una empresa cuyo objetivo es ganar dinero, sino garantizar los derechos y el bienestar de sus ciudadanos.
Si no cambiamos la concepción de que el transporte en Nuevo León tiene que ser redituable o cuando menos, mantenerse por así mismo, jamás podremos ofrecer la misma calidad y accesibilidad que otorgan otros lugares con los que nos gusta compararnos.
El transporte público es por eso, un servicio que permite y garantiza derechos humanos de la población y eso, debe ser suficiente para que el Estado lo tome como primera prioridad. Pero si la cosa es verlo desde la visión empresarial, un buen transporte público hace a una ciudad más competitiva. Mientras los trabajadores y consumidores puedan trasladarse de manera segura y eficiente por nuestras ciudades, seremos más productivos y más atractivos para las empresas locales, nacionales e incluso internacionales.
*El autor es diputado local de Nuevo León. waldofernandez@hcnl.gob.mx