Tenemos que fortalecer la economía de mercado, la educación y exigir mayor seguridad: José Antonio Fernández Carbajal

OPINIÓN

Por José Antonio Fernández Carbajal/Presidente del Consejo de Administración de FEMSA

Somos testigos de un mundo que cambia de manera profunda y veloz. Hoy se redefinen la globalización y las instituciones internacionales que tanto han contribuido al desarrollo económico y social del planeta. Ahora hay más competencia que cooperación, lo que afecta nuestra respuesta ante el cambio climático o el apoyo a las naciones más pobres.

La democracia, el estado de derecho, la economía de mercado y las libertades están en riesgo en muchos países.

Además, estamos presenciando el gran salto tecnológico que representa la inteligencia artificial, que con sus bondades para la productividad, la salud, y la investigación, también con sus desafíos a la actividad económica de regiones y países enteros, a una mayor facilidad para desinformar e incluso para cometer delitos.

El impacto mayor puede estar en los empleos. Se calcula que para el 2030, hasta el 30% de los trabajos estarán automatizados, sobre todo en actividades administrativas y para los jóvenes que están ingresando al mercado laboral.

Con todo esto, es urgente la reconversión laboral y la alfabetización digital. En el Tec preparamos a los jóvenes para un mundo de cambio constante: Les enseñamos a pensar y encontrar oportunidades en un entorno de riesgos, sabiendo que la inteligencia artificial no trabaja por sí misma, sino para nosotros. El empleo lo tendrá quien la sepa aprovechar, por eso hay que aprender a convertirla en nuestro mejor instrumento.

Es natural que todos estos cambios provoquen desconfianza, preocupación e inestabilidad. Hoy tenemos más preguntas que respuestas. Pero la incertidumbre abre también la posibilidad de replantearnos visiones, de revisar aciertos y errores y de recuperar nuestro sentido de resiliencia. La historia nos enseña que en épocas inciertas, hay que atreverse a pensar en el largo plazo y ser proactivos porque no es posible esperar a que regrese la estabilidad para volver a actuar.

Qué mejor ejemplo que el de Don Eugenio, pues él vivió también en un mundo donde las reglas estaban todo el tiempo cambiando. El Tec fue fundado en septiembre de 1943 en plena Guerra Mundial y cuando el gobierno promovía la educación socialista, limitando alternativas privadas y el emprendimiento. Quizá no se imaginó el tamaño y alcance que tendría el Tec de hoy, pero él no se hubiera sorprendido. Los emprendedores creen en sus ideas y las impulsan. Algunas no vuelan, pero otras, como el Tec lo hacen de forma increíble.

Inspirados en esta voluntad inquebrantable, y esa visión de largo plazo de Don Eugenio, trabajemos juntos para que México salga adelante frente a la incertidumbre. Tenemos que fortalecer la economía de mercado, mejorar la educación, poner mayor atención a los jóvenes, acercarnos a mejorar nuestras comunidades, exigir mayor seguridad y reforzar nuestra democracia.

Es indudable que el libre mercado ha creado prosperidad para la mayoría de la población mundial y ha permitido que florezcan la inteligencia, el talento y la creatividad de las personas. Pero en épocas recientes, algunos excesos han lastimado su legitimidad. Ante ello, avancemos hacia un capitalismo consciente, en donde el éxito de las empresas, que son el motor de la economía, dependa de su impacto social. La prosperidad de una empresa debe ser la de todos: colaboradores, inversionistas, proveedores, clientes, vecinos, comunidad y planeta.

El encomiable aumento en los ingresos de las familias mexicanas y la reducción de la pobreza, observada en años recientes, se debe sobre todo, al incremento de los salarios, que como postula el capitalismo consciente, hemos realizado los empleadores del país.

Las empresas exitosas de hoy, son las que basan sus capacidades en el conocimiento. Es indudable que la academia y la investigación son fundamentales para la innovación empresarial y para la adaptación de las nuevas tecnologías.

La educación debe preparar a los jóvenes para contribuir a la sociedad, sabiendo que el aprendizaje es permanente y que en el trabajo se adquieren nuevas habilidades. Que sean capaces de hacer juicios en entornos cada vez más complejos, que sepan distinguir la verdad de la mentira, elaborar planes y liderar a otros.

Hoy sigue siendo prioritario trabajar por la educación de las nuevas generaciones. En todo el mundo se observa un fenómeno de aislamiento y soledad de los niños y jóvenes, provocado por múltiples factores como el uso excesivo de dispositivos electrónicos que distrae su atención, limita su capacidad de aprendizaje y provoca una creciente pérdida de contacto humano. Incluso han aumentado padecimientos como la ansiedad, la depresión, la violencia y hasta el suicidio.

En México hay que agregar el rezago educativo, la falta de acceso a la salud, incluyendo la mental, y la terrible crisis de seguridad. Con políticas públicas eficientes, con acciones dentro de la familia y en la escuela, y con el apoyo de organizaciones sociales, tenemos que lograr que todos, especialmente los jóvenes, recuperen la comunicación, la convivencia y que aprovechen la tecnología para vivir y asumir su rol en el mundo.

México también debe fortalecer su seguridad para hacer frente a la incertidumbre. Sin seguridad, la sociedad entera sufre y las empresas no podemos cumplir a cabalidad con nuestra responsabilidad de generar empleos y bienestar.

Hay que reconocer que en los últimos meses empezamos a visualizar algunos avances puntuales en la seguridad del país. Pero el reto es enorme y el esfuerzo debe mantenerse y profundizarse, para que todos los mexicanos recuperemos nuestro derecho a la paz. La vida en libertad comienza con la certeza y tranquilidad, para cada uno de nosotros y nuestras familias, de hallarnos a salvo de la violencia criminal en todo tiempo y lugar: en calles, carreteras, escuelas, centros de trabajo y desde luego, en nuestra propia casa.

Todos sabemos que el Estado es el principal responsable de la seguridad, es su tarea fundamental. Pero no es el único actor; los ciudadanos podemos hacer una parte importante sancionando socialmente y denunciando a quienes actúen fuera de la ley. Está comprobado que los países que han logrado revertir sus problemas de seguridad lo han hecho a través de romper patrones culturales y sobre todo, combatiendo la impunidad.

Para lograr ese cambio cultural hay que actuar como una comunidad, ser solidarios, aprender y confiar en los demás, escuchándonos con curiosidad y humildad. Empecemos en nuestro entorno más cercano: en la familia, en nuestra colonia y en nuestras organizaciones. El filósofo Edmund Burke hablaba de la importancia que tienen incluso los grupos más pequeños para ser catalizadores del cambio y constructores de una consciencia social.

Los países florecen donde hay libertades: libertad para pensar y expresarse, para asociarse y crear empresas, para competir con reglas claras y propiedad segura. La libertad tiene su expresión ideal en un sistema democrático en el que hay equilibrio de poderes, transparencia, rendición de cuentas, jueces independientes, opciones políticas competitivas y legítimas, y la posibilidad de que periodistas, escritores, pensadores y ciudadanos podamos criticar al poder.

Sin estas libertades la innovación se limita y el talento se desperdicia. Defenderla no es un gesto ideológico: es la condición para que quienes emprenden puedan convertir ideas en valor y servicio para la comunidad.

Así que hoy, al recordar a Don Eugenio Garza Sada honramos los principios que nos ha legado de ética, trabajo y compromiso con la comunidad. Su ejemplo nos recalca que solo trabajando todos juntos podemos vencer los desafíos y las adversidades. El camino puede ser complicado, pero cuando hacemos el mayor esfuerzo le damos sentido a la vida. Como dice el escritor y periodista David Brooks: “Los montañistas a menudo no eligen la ruta más fácil hacia la cima, sino la más difícil que puedan encontrar, porque así valoran el desafío, el crecimiento y los frutos de su esfuerzo”. En una época de incertidumbre, México necesita que más personas, más empresas, y más instituciones, sigamos esa ruta.

 

*Palabras del Ing. José Antonio Fernández Carbajal, Presidente del Consejo de Administración de FEMSA, durante su mensaje en la ceremonia del Premio Eugenio Garza Sada 2025.

 

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