Por: Said Robles Casolc/srobles@itesm.mx
Actualmente los minutos nos son 60 segundos, si no se viven con la rapidez de un mensaje o un inbox de Facbook, hoy día la preocupación de un mensaje determina más que lo que en su época podría ser un telegrama. La impaciencia de la actualidad es la que mata o es aquella que determina las peores consecuencias del comportamiento tecnológico.
La neurociencia y la psicología actualmente están realizando una tarea titánica para poder descubrir el porqué de los neurotransmisores y aún más el comportamiento de las redes sociales, razón por la cual la sociedad está utilizando estas ventajosas ideas para formalizar mercadotecnia.
Actualmente la inmediatez es actualmente la causante de males entendidos y consecuencias inminentes de los problemas sociales.
Hagamos ejemplos claros.
Solo basta decir que México no tiene recuerdos, es por la pobreza, el vivir al día y la perdida de conciencia al olvido, si para poder ser felices es olvidar y renacer al despertar de cada día para poder ser un espartano al salir a la calle a enfrentar y alcanzar la chuleta que cada vez se corretea más que un perro hambriento.
No sólo eso es lo que hace que la neuronas pierdan su interconexión, y no sólo en cada elección sino porque las consecuencias de la solicitud de lo que más se quiere cada vez se vuelve más inalcanzable. Ya que actualmente los lujos o lo que aparentemente es lo que se desea es sólo banal en las consecuencia de la adquisición tendrá la posibilidad de compra de los 12 y hasta los 18 meses de un perene deseo.
Pero en realidad, la consecuencia no es sólo el endeudamiento, lo más importante es poder tomar decisiones repentinas y sin sentido.
Solo basta recordar, que no hace al menos 10 años se esperaba la carta o el telegrama y se tenia la paciencia mas considerada por parte de quien lo emitía y quien lo recibía, quizá la información tomaba tiempo pero en realidad las decisiones eran mejor emitidas con un juicio y la serenidad de la tranquilidad.
Es por ello que con tanta información, perifoneos, pancartas, volantes, spots publicitarias, camisetas, banderines, bardas pintadas, cartelones y aún más con banderines de cada uno de los partidos, que sólo revuelven los contactos entre los neurotrasmisores y revuelven la decisión que uno pueda tener al candidato de elección o a la persona deseada.
Al final el objetivo siempre es la confusión de cada uno de lo que podemos tener un juicio de poder tomar decisiones.
Lo mismo pasa con lo que se decide con lo que podemos optar, siempre lo que inconscientemente se tiene no es el propio juicio, sino lo que se debela por lo que no se percibe de forma subliminal.
Es por ello que es lúdico y deseable, que siempre la confusión es le mejor amiga de las decisiones, y de las posibilidades a una mejor oportunidad.
El entorno, presente se debe de posicionar en una oportunidad al cambio, pero con meditación.
Las velocidades son siempre la regla de la juventud, pero es lo que determina la mercadotecnia de compra y venta, pero no es lo que debe de predominar en la consecuencia de los actos, ya que el torrente del ser no se determina por la velocidad de cómo se fluye la sangre en nuestro cuerpo que solo se da si uno tiene acciones precipitadas que al final al corazón lo que le produce es un shock.
Por esto la tranquilidad y la paz del tiempo es el estado en el cual se deben de tomar la conciliación de nuestras acciones y por la oportunidad que puede tener en estos tempos donde todos deben andar con piel de liebre, pero con la sabiduría de la tortuga.
Ya lo decía Pablo Neruda.
Poema 5
Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.