Gerardo Gutiérrez Candiani/Presidente del CCE
La Semana Nacional del Emprendedor se ha convertido en todo un punto de referencia nacional y regional en materia de negocios, micro, pequeñas y medianas empresas y, desde luego, emprendimiento.
El evento se extenderá hasta el 10 de octubre y se espera que asistan más de 70 mil personas. Desde luego, es ocasión obligada para el análisis y la reflexión sobre la situación y las perspectivas del emprendimiento en México, asunto que debe ser tratado como de alta prioridad en la agenda económica nacional, por su relevancia en términos de generación de empleos, así como motor fundamental del crecimiento y el desarrollo.
Por sus niveles de desempleo y la dinámica demográfica, México debe crear alrededor de 9 millones de empleos al corte del 2020, y esto no va a lograrse si el número de empresas se mantiene estático y éstas no crecen.
Necesitamos más emprendedores y más pequeñas empresas que se consoliden, una masa crítica de la que puedan salir nuevos negocios de tamaño mediano y, por supuesto, grandes.
Esta es la clave para superar el reto del empleo en México. Mientras que las Pymes crean más plazas por unidad de inversión y ya dan cabida más del 80% de las fuentes de trabajo, los emprendedores de alto impacto generan empleos a un ritmo casi 6 veces más veloz que otros negocios.
Este tipo de emprendedores juega un papel fundamental para que un país con un alto porcentaje de su población con ingresos bajos o en circunstancia de subsistencia, así como productividad reducida, dé el paso hacia el desarrollo y la movilidad social.
El panorama del emprendimiento en México es alentador, pero todavía estamos lejos de lograr una dinámica como la que necesitamos y podemos alcanzar.
Entre los factores más positivos, hay que comenzar por constatar, de que ha tomado forma un boom del emprendimiento en México, tanto por el interés y la proactividad para impulsarlo desde el sector público, académico, privado y de los medios, como en la población, y particularmente entre los jóvenes. De este entusiasmo dan cuenta los récords que se rompen en cada edición de la Semana Nacional del Emprendedor.
Diferentes estudios reportan que entre 65 y 80 por ciento de los jóvenes consideran como opción de vida el iniciar o dirigir su propio negocio en algún momento, y casi la tercera parte de éstos quiere hacerlo en el corto plazo.
Mejor aún, en los últimos tres años se observó que la actividad emprendedora en una fase inicial se duplicó, de acuerdo con los sondeos del Monitor Global de Emprendimiento, con lo que habría un estimado de más de 12 millones de mexicanos involucrados con algún proyecto de emprendimiento.
Por otro lado, se ha ido consolidando una verdadera política pública de carácter nacional para impulsar y apoyar el emprendimiento, cada vez mejor articulada y de mayor proyección. La creación del Instituto Nacional del Emprendedor (el INADEM) fue un gran acierto y un puntal para coordinar los esfuerzos en la materia, con claridad de rumbo y de responsabilidades.
En este sentido, es fundamental que fortalezcamos con mayores recursos al INADEM; ha habido avances muy importantes en aspectos como promoción, énfasis en poner herramientas y mecanismos orientados a la profesionalización al alcance de los emprendedores; apoyos en financiamiento o capacitación, así como una red de incubadoras y aceleradoras que no ha dejado de ampliarse.
Esto coincide con las soluciones que hoy tienen disponibles los emprendedores, a través de la tecnología, instrumentos en línea para hacer estudios de mercado y esquemas atractivos para allegarse de recursos o crédito, desde una industria de capital privado incipiente pero en crecimiento y alternativas novedosas como el crowd funding.
De igual forma, se ha avanzado mucho en factores clave para facilitar la apertura de negocios: seis días para cumplir con los procedimientos frente a más de 36 como promedio en América Latina.
Sin embargo, como señalamos antes, de ninguna forma podemos cantar victoria. La tasa de mortalidad de nuevas empresas es muy alta y rápida, su crecimiento es lento, y muy pocas son las que llegan a madurar y consolidarse como medianas y grandes.
Por cada mil personas se crea menos de una empresa, la mitad que en Brasil y una cuarta parte de lo que pasa en Chile.
En la edición 2015 del Índice Global de Emprendedores, que mide la capacidad y los ecosistemas de emprendimiento, México cayó nueve lugares para ubicarse en el lugar 75 de 130 países.
El aspecto en el que tenemos un mejor desempeño, es en la percepción de oportunidades, casi al 100% de la capacidad. Sin embargo, el siguiente mejor resultado lo obtuvimos en materia de redes de contactos o networking, apenas al 52% del potencial.
Los factores donde tenemos más trecho por avanzar son internacionalización, capital humano, Innovación, soporte cultural, competencia, alto crecimiento, capital de riesgo y habilidades para iniciar los negocios.
En todos ellos el área de oportunidad es de más de 75 por ciento.
Entre los retos más importantes para generar nuevas empresas de alto impacto destaca la necesidad de que los emprendedores sean más innovadores y con una orientación de incorporación intensiva de tecnología.
El CCE tiene como una prioridad en su agenda el impulso al emprendimiento, y para tal efecto hemos creado una nueva Comisión. En próximas ediciones detallaremos los ejes de trabajo y las propuestas.
Este es un momento ideal para que se multiplique el emprendimiento en México, de hecho irrepetible.
Apoyemos a nuestros emprendedores, y generemos una política pública integral para nuestros jóvenes.