OPINIÓN

ARMADO TORRES/ENTRE REGIOS

Después de una revuelta interna encabezada por el empresario Armando Garza Sada, el “Jaguar” Dionisio Garza Medina fue prácticamente forzado a dejar la presidencia del grupo industrial ALFA en marzo de 2010.

Tras su salida de ALFA, Garza Medina comenzó a construir una nueva ruta en el mundo de los negocios, le apostó por la educación al adquirir a la Universidad Regiomontana y en 2011, junto a su hijo creó el Grupo Topaz, con el objetivo de invertir en proyectos de energía, bienes raíces y tecnología.

Con la reforma energética, Garza Medina vio un área de oportunidad de negocios y trabajó calladamente para crear el consorcio Jaguar Exploración y Producción, con la osadía de entrar de lleno a competir en las licitaciones para la exploración de hidrocarburos.

Hace unos días, Jaguar se adjudicó 11 contratos, 6 en la Ronda 2.2 y 5 en la 2.3, convirtiéndose en el gran vencedor, superando incluso a Newpek, filial del grupo ALFA.

El consorcio Jaguar proclamó un contundente triunfo en la Ronda 2.3, al ganar 5 áreas, entre ellas la de Tampico-Misantla y la de Macuspana, una de las más competidas.

Ambas áreas las logró tras realizarse rondas de desempate, por la 5 presentó un monto adicional de 26.1 millones de dólares y por la 9 realizó un desembolso extra por 28.89 millones de dólares para adjudicarse ese contrato.

En los negocios también hay revanchas, y el “Jaguar” Garza Medina hizo ver muy mal al grupo de comanda Armando Garza Sada, actual Presidente del Consejo de ALFA, que suma otro fracaso en su intento por competir en el sector energía.

Muchos aún recuerdan el descalabro de ALFA y la frustración de Armado Garza Sada por incrementar su participación en la compañía Pacific Rubiales.

Estos pobres resultados al parecer no tienen muy contentos a los accionistas del grupo industrial ALFA. El Jaguar rugió.

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