La mañana del 29 de septiembre de 1934 fue inaugurado oficialmente el Palacio de Bellas Artes con el concierto en el que la Orquesta Sinfónica de México interpretó la obra Llamadas, sinfonía de Carlos Chávez, y por la tarde con la puesta en escena de La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón, protagonizada por la actriz mexicana María Tereza Montoya. A partir de entonces, en el recinto no se ha dejado de presentar lo más relevante del arte y la cultura nacional e internacional, desde funciones de ópera, danza y teatro, hasta conciertos y exposiciones.
El nuevo siglo invitaba a construir y reinventar un teatro nacional con recursos más modernos. El proyecto fue apoyado por el régimen porfirista, el nuevo Teatro Nacional seríala puerta para entrar de lleno al Siglo XX.
El arquitecto Adamo Boari deseaba construir el teatro más moderno del mundo, inició los trabajos de construcción en 1904, pero tuvo que interrumpirlos en 1910, cuando estalló la Revolución en nuestro país. En 1930 el arquitecto Federico Mariscal retomó el proyecto para llevarlo a feliz término en tan sólo dos años
La idea original era crear un telón a prueba de incendios, lo mando a elaborar Adamo Boari y fue fabricado por la Casa Louis C. Tiffany de Nueva York con cristales opalescentes, el artista Harry Stoner diseñador de escenarios y pintor fue enviado a México a realizar el estudio y dibujo basado en la idea de Boari. Fue exhibido en Nueva York antes deser enviado por barco a la Ciudad de México. Es una obra única ya que no se realizó una obra similar para ningún teatro.
El 13 de junio de 1954 recibió los restos de Frida Kahlo; Diego Rivera ordenó colocar sobre el féretro una bandera del partido comunista, provocando un escándalo que originó la salida del entonces director del INBA.
En sus paredes se pueden apreciar excepcionales obras llenas de simbolismos, destacan: La Katharsis de José Clemente Orozco, Apoteosis de Cuauhtémoc de David Alfaro Siqueiros, el Hombre Controlador del Universo de Diego Rivera y Nacimiento de Nuestra Nacionalidad de Rufino Tamayo; además de obras de Manuel Rodríguez Lozano y Roberto Montenegro.
Por unos días fue sede del Congreso de la Unión para la toma de posesión del nuevo presidente de México, Miguel Alemán. El Palacio de Bellas Artes fue acondicionado para recibir a las dos Cámaras y a los invitados, se hizo una reproducción de muro de honor del Congreso con los nombres en letras de oro de los protagonistas de la historia nacional y se declaró Sesión Solemne.