Eduardo Torreblanca/Universo Pyme
Sin polvo, sin destrozo en aceras, calles o avenidas, sin parches en el asfalto, bordes o descomposturas.
Una PYME ofrece en el mercado mexicano una tecnología para corregir drenajes, ductos, redes de agua potable sin tener que hacer mayúsculas inversiones, complicar la vida urbana, cerrar calles, entorpecer las vías peatonales y generar un malestar general en las ciudades.
Se llama TUBEPOL y al frente están Adrián Cordero Ibarra y Jorge Pérez Gavilan.
En la Ciudad de México existen 26 mil kilómetros de tuberías enterradas que conforman la red de agua “potable”. De ellos al menos 8 mil kilómetros son obsoletos. Es mas… hay tramos en los que la autoridad supone que ni tubos habrá, que el agua muy posiblemente corra por espacios que reconoce como propios evocando ríos subterráneos.
El problema es que difícilmente se puede conocer con precisión qué tramos o en qué parte de los tramos existen desperfectos o mal funcionamiento. La mayor parte de las veces hay que abrir grandes superficies para conocer a ciencia cierta el estado de “salud” de la red y realizar las composturas necesarias.
Lamentablemente no es ocasional que un tramo recién compuesto incurre en reincidencias bien sea porque el trabajo fue mal realizado o porque circunstancias externas (un asentamiento extraordinario, composturas de terceras empresas que dañan ductos de otras) exigen nuevas perforaciones, más polvo, más cemento o pavimento, más gasto.
Esta tecnología, por principio de cuentas, diagnostica vía remota por cámaras que se introducen en la red y conocen con precisión el grado de deterioro de lo ductos. Posteriormente en esos tramos se introducen los materiales que se requieren para arreglar los desperfectos. La tecnología es confiable y las reparaciones pueden durar décadas sin exigir nuevos mantenimientos.
Esta forma de componer los ductos se conoce desde hace más de tres décadas en Inglaterra en donde fue primero puesta en práctica. Lo que hicieron los mexicanos fue retomarla y hacerle modificaciones a partir de los nuevos materiales y las nuevas tecnologías disponibles, entre ellas la posibilidad de introducir cámaras que permiten observar sin romper superficies, el estado de los ductos. No se tiene, entonces, que excavar.
Los muchachos mexicanos, pues, mejoraron la tecnología conocida. Se incubaron en INNOVA UNAM. Introdujeron la modalidad de diagnóstico subterráneo y aprovecharon la existencia en el mercado de materiales poliméricos que pueden ser “curados” en el sitio. De esta forma, la tubería dañada se recubre con los materiales que solidifican y pueden dar servicio por muchos años más. Es como meter una bolsa de plástico dentro de otro tubo dañado. En su momento esa bolsa de plástico, se “cura”, se infla y toma forma del tubo y solidifica, haciéndose tan dura como el tubo al que va a sustituir.
Esta tecnología puede rehabilitar hasta 150 metros de tramos de en una noche, porque, además, se trabaja preferentemente en las noches porque ofrecen mejores resultados. La garantía del trabajo es de 50 años.
El problema al que se han presentado es que, en primera, los posibles clientes temen que la tecnología no funcione, que la empresa no sea seria por la juventud de los socios y operarios y que todo acabe en un terrible problema a pesar de que los muchachos ya han sido responsables en varios contratos grandes, entre ellos con CONAGUA y en la carretera México-Tuxpan.
Para localizar a la empresa al correo ingeniería@tubepol.com o a la página www.tubepol.com