OPINIÓN.
Por Waldo Fernández González/Colaborador Invitado
Hay una crisis de movilidad en Nuevo León; existe un parque vehicular de casi 3 millones que colapsa nuestras calles, un servicio de transporte colectivo deficiente y en mal estado y una nula cultura vial que pone a Nuevo León como el primer lugar nacional en siniestros de tránsito.
La priorización del automóvil también ha contribuido a una pésima calidad del aire en la Zona Metropolitana de Monterrey.
Por eso era ya necesario replantearse el desarrollo urbano y de movilidad impulsado hasta ahora en Nuevo León e impulsar la movilidad colectiva y no motorizada. Pero el desarrollo urbano no puede darse a costa de las y los ciudadanos, ni ignorar sus planteamientos y preocupaciones.
Una mejor ciudad se construye de la mano de la ciudadanía y por eso, el poder debe escuchar a las 28 colonias que representan a más de 30 mil ciudadanos que se oponen al Metro Línea 5 elevada o a nivel en el sur de Monterrey.
Desde el anuncio del proyecto, los vecinos de ese sector han protestado, exponiendo que si bien están de acuerdo con un proyecto de movilidad, desean que éste sea sin afectar sus predios. Lo que piden entonces es que se les escuche. Quienes serían los principales afectados y/o beneficiados, han subrayado que no les interesa que el proyecto concluya en este sexenio –algo que parece preocupar al gobernador– sino que lo que se construya sea el mejor proyecto para el futuro de la comunidad.
En respuesta, el gobierno estatal ha dicho que construir un metro subterráneo es inviable porque triplica los costos y cerraría por años la avenida Garza Sada. También se han comprometido a escuchar a las y los ciudadanos interesados por medio de foros ciudadanos.
Esto es una buena señal, pero debe garantizarse que las inquietudes sean tomadas en cuenta y que no sean una simulación de buen gobierno.
Por otro lado, resulta interesante la fijación por otra Línea de Metro y no por un Sistema de Autobuses de Tránsito Rápido, conocidos como BRT (Bus Rapid Transit en inglés), como el de la Ciudad de México y otras ciudades como Bogotá, Buenos Aires, Santiago y París.
En comparación con la construcción de una línea de metro, el BRT es más barato, permite los paseos peatonales obedeciendo a la jerarquía de movilidad y no imposibilita la conectividad entre los dos lados de la calle, como sí lo haría un metro a nivel.
En cuanto a un metro elevado, esto preocupa, al menos, por los incidentes de inseguridad que ya se viven en las líneas existentes. Por eso, hay que escuchar a la ciudadanía, atender sus preocupaciones y despejar sus dudas, no con soberbia sino con humildad para encontrar la mejor solución para todos y no para el proyecto político en turno.
*El autor es diputado local de Nuevo León. waldofernandez@hcnl.gob.mx