
EMPRESAS MONTERREY/OPINIÓN.- Durante años, el acceso a la salud en México se movió entre dos extremos:
lo muy caro y lo inaccesible. En ese entorno, pocos imaginaron que un modelo nacido en Culiacán terminaría por
convertirse en uno de los casos más relevantes de innovación social del país. Salud Digna, que hoy
atiende a más de 23 millones de pacientes en más de 240 clínicas, demostró que la medicina
preventiva puede escalar si se combina eficiencia, gobernanza y una convicción innegociable: la salud
no debe ser un lujo.
El origen del modelo es tan simple como disruptivo. Juan Carlos Ordóñez, director general, lo resume
con claridad: evitar que una persona deje de hacerse un estudio por falta de dinero. Esa idea,
respaldada por empresarios locales y médicos comprometidos, evolucionó hacia un sistema
autosustentable que reinvierte cada peso en expansión, tecnología y equipamiento, manteniendo
precios en promedio 70% por debajo del mercado. No hay utilidades: hay impacto.
Sin duda, la clave ha sido construir procesos operativos impecables —automatización,
estandarización, trazabilidad— sin perder la dimensión humana. Cada clínica funciona como una
unidad autosuficiente capaz de financiar su propio crecimiento, lo que permite llegar a zonas donde
ni el sector público ni el privado tradicional encuentran viabilidad económica. La acreditación de la
Joint Commission International en 2024 validó lo que ya sabían sus pacientes: calidad y accesibilidad
pueden coexistir.
En un sistema donde ocho de cada 10 enfermedades crónicas se detectan tarde, la apuesta por la
prevención se vuelve estratégica. Salud Digna impulsa campañas masivas de detección de diabetes,
cáncer de mama y problemas visuales, apoyadas en tecnología, inteligencia artificial y comunicación
digital para acompañar al paciente más allá de la consulta.
Por supuesto, México enfrenta un reto monumental en salud pública, pero historias como ésta
muestran que la innovación no siempre está en lo más caro, sino en lo que mejor se ejecuta. Si el país
busca modelos sostenibles de acceso, quizá deba mirar hacia un proyecto que desde Sinaloa se
convirtió en un referente continental.
La radiología en México entra en fase de aceleración digital
Nadie pone en duda que la industria de la salud vive una transformación silenciosa pero estratégica:
México enfrenta un déficit estructural de radiólogos, una condición que limita la atención médica
oportuna y que, al mismo tiempo, abre un espacio creciente para soluciones digitales de diagnóstico.
Con apenas 4,000 especialistas para una población de más de 120 millones de personas, la
productividad del sistema hospitalario está topada por una variable humana que no crecerá al ritmo
de la demanda. Para los sectores de tecnología, inversión y salud, esta brecha se ha convertido en un
punto de entrada atractivo.
En este contexto, la llegada a México de IMEXHS, empresa colombiana listada en la Bolsa de
Australia, coloca en la agenda empresarial un tema disruptivo: cómo la inteligencia artificial en la
nube permite escalar la capacidad diagnóstica sin incrementar infraestructura ni gasto operativo. Su
plataforma Aquila+, basada al 100% en la nube, procesa estudios avanzados –como tomografías y
resonancias– en menos de un segundo y permite que radiólogos colaboren en tiempo real desde
cualquier ubicación. Para redes hospitalarias y grupos privados, esto significa estandarizar procesos,
reducir costos administrativos y operar con modelos más eficientes.
Germán Arango Bonnet, CEO de la firma y neurorradiólogo, lo explica así: “Aquila+ no es solo un
software: es una red que conecta médicos, pacientes y hospitales, permitiendo interpretar imágenes
en tiempo real, compartir estudios entre equipos clínicos y operar desde cualquier dispositivo
conectado.” El mensaje para el sector empresarial es claro: la radiología ya no es un servicio aislado,
sino un ecosistema digital escalable.
Por supuesto, el mercado acompaña esta tendencia. El segmento mexicano de teleradiología,
valuado en 155 millones de dólares en 2023, podría superar los 869 millones para 2030 con un
crecimiento anual cercano al 28%. En un entorno donde la salud, la tecnología y la eficiencia
operativa convergen, la adopción de plataformas diagnósticas basadas en IA no solo mejora la
atención: redefine la competitividad del sector salud privado en México.
Sala de Espera
La Secretaría de Salud afirma que el brote de sarampión “está en proceso de contención”,
como si la verdadera hazaña fuera apagar el fuego y no evitar que se incendiara la casa.
Llamar contención a un brote que nunca debió existir —porque hay vacuna, protocolos y
décadas de experiencia— es un ejercicio de contorsión narrativa: celebrar días sin casos
mientras se omite explicar por qué Chihuahua terminó con miles de contagios es convertir un
retroceso sanitario en un triunfo discursivo. Si este es el estándar de éxito, más vale no
imaginar cómo luce un fracaso.
Nota: La redacción del artículo de opinión es responsabilidad de su autor.



