El estado de Guerrero es sede de la playa preferida de los mexicanos: Acapulco. Su bahía es la primera evocación nacional de arena y mar, la primera en el título de una canción de un autor reconocido como Agustín Lara, y la primera en ser un imán auténtico para el turismo internacional. La fama del puerto que hizo efervescencia en 1934 cuando se inauguró el primer hotel y el primer vuelo comercial desde la Ciudad de México, lo convirtieron en un importante resort vacacional para las estrellas de Hollywood del cine de oro, comparado incluso con las legendarias playas chic como Monte Carlo e Ibiza.
Con el paso de las décadas, las exigencias del viajero hacia Acapulco ocasionaron la eclosión de un gran número de habitaciones de hotel de diferentes categorías. Paralelo a ello se levantaron zonas residenciales como Acapulco Diamante y Acapulco Dorado. Entonces aparecieron los fraccionamientos, las casas de verano y los hoteles boutique. Luego los bares de playa, las discotecas de entrada exclusiva, las fiestas privadas y las pool party. Acapulco marcó la tendencia en cuanto al turismo de sol y playa en México, todo un vórtice del turismo nacional.
Hoy en día, es la principal opción vacacional para el capitalino (a tan sólo 5 horas en carretera) que no deja de estar vigente. Su corazón sigue palpitando al ser sede de importantes eventos deportivos como el Abierto Mexicano de Tenis, festivales de música electrónica como el Trópico, el Festival Internacional de Cine Acapulco, entre muchos otros. Además, su moderno auditorio invita a la celebración de eventos de toda índole lo que lo promociona como un destino de playa para congresos y convenciones.
Esta serie de espectáculos a lo largo de todo el año y de diferente temática, hacen de Acapulco la sede por excelencia de espectáculos magnos con una dosis de arena y mar.
Su boulevard costero llamado Miguel Alemán es una franja poblada de restaurantes, agencias de viaje, centros nocturnos, parques temáticos y tiendas de prestigio. También es el acceso directo para disfrutar de una serie de playas doradas que invitan inevitablemente, todos los años, pese a quien le pese, al descanso total, a la fiesta amenizada con tragos tropicales y a la música que resuena de los bares establecidos por toda la costa.
Su zona más exclusiva es Acapulco Diamante que alberga a los grandes resorts de lujo casi impenetrables sino se es un huésped de ahí, pero que garantizan privacidad, playas más tranquilas y servicios de salud y bienestar en los diferentes spas.
Pero también Acapulco vive de las tradiciones. Una de ellas que ha permanecido a través de las décadas son los clavadistas de La Quebrada. Estos valientes que se sitúan al pie de un precipicio para aventarse en caída libre hacia una franja de mar entre dos desfiladeros de roca.
Desde el agua, los clavadistas trepan hasta una saliente de 40 metros de altura. Mientras escalan charlan, bromean y esperan, sin angustias, a que se dé la orden de empezar a saltar, no sin antes reclinarse ante una figura de la Virgen de Guadalupe. Estos héroes de bañador ajustado impactan con el agua a una velocidad de hasta 100 kilómetros por hora. Cuando entra una ola en el hueco de La Quebrada, el agua llega a tener cuatro metros de profundidad, y ahí es cuando se lanzan. Definitivamente hay que verlos.
Además, Acapulco ofrece actividades de ecoturismo en sus manchones verdes de vegetación que lo rodean como es la Barra de Coyuca. Aquí se practica el paseo en lanchas rápidas, el senderismo y el paseo en bicicleta.
Cuando la travesía abre el apetito lo mejor es comer un pescado a la talla preparado con mayonesa y una salsa a base de chile, unos camarones al mojo de ajo o la pellizcada, una tortilla de maíz rellena de jitomates, pescado y aceitunas. La comilona se acompaña con una fresca margarita hecha a base de tequila o bien el tradicional coco loco, bebida lechosa con un piquete de ginebra.
Acapulco es imparable. Pareciera mandar un mensaje al mundo en una botella lanzada al mar de que sigue vigente, próspera e innovadora en cuanto a lo que el viajero quiere. Vale la pena darle una oportunidad más.
3 imperdibles
- Ir a Pie de la Cuesta que nunca decepciona, ya sea para apreciar el atardecer en una enramada, pasear a caballo por la playa de oleaje intermitente o bien degustar un pescado fresco a las brasas.
- Conocer Palma Sola, llamado “el lugar donde las piedras hablan”. La razón son sus 18 petroglifos que relatan diversas ceremonias y rituales relacionados con los ciclos agrícolas de la época prehispánica.
- Tomar una lancha desde la playa de Caleta para visitar Isla Roqueta, un clásico de este puerto. Es un área protegida donde se pueden apreciar aves como fragatas. Cuenta con una oferta de restaurantes y zonas de descanso. Se recomienda una visita al faro que es también un mirador.
Estas son sólo algunas de las experiencias que ofrece Acapulco. Aprovecha las ofertas y promociones del Movimiento Viajemos Todos por México y descubre las riquezas de nuestro país.